21 de agosto de 2011
A usted, lector, que quizá por iniciativa propia esta aquí, leyendo esto, que llega hasta esta página motivado por alguna otra lectura previa a este encuentro, o tal vez sea lo primero que lee de mí, déjeme decirle que es usted quien se encarga de terminar de escribir los textos que aquí presento, es su lectura la que hace posible culminar este propósito (literario o no). Si bien es verdad que la motivación principal del acto de la escritura es ser leído, ya sea por alguien de quien tenemos plena conciencia de que lo hace (al menos eso es lo que creemos), o por lectores que no conocemos, esta no es la razón más importante para nosotros. Digo nosotros porque el que le habla es el vocero de las miles de voces que susurran en la red, con toda clase de registros de vida y de existencia. La razón más importante es resolvernos a nosotros mismos el misterio del encuentro con las palabras; es decir, tratar de responder una pregunta que subyace en el momento mismo de querer escribir sobre ese algo que nos mueve. Desahogo, frustración, emoción, vocación, reto..., todos son una misma cosa, una pregunta para con nosotros mismos; que usted pueda leer esto que sale de nosotros es ya un hecho incidental del que a veces ni somos conscientes.
También es cierto que en la medida de que esa fuerza va tomando una cierta forma estética, se hace más notable el carácter de publicable, toda vez que también se va adquiriendo una responsabilidad por ser consecuentes con ese proceso. Más que buscar testigos de nuestros episodios (acertados o no) con la escritura, buscamos oídos honestos, prestos a encontrar en lo que decimos alguna forma de palmada en la espalda, no para saber en ello un halago o una razón para seguir haciéndolo (lo seguirémos haciendo, por una razón u otra), sino para que desde esa honestidad pueda usted, lector-amigo, hallar algo para usted y para nosotros. Distracción, reflexión, compañía, apoyo, conocimiento, impulso, lo que sea; esos textos están allí porque hacen parte de nosotros y del mundo, si trascienden o no, son ustedes los que con su criterio lo deciden, apenas somos ecos de un latido colectivo, de una necesidad plural por responder quizá a la misma pregunta que usted también se ha hecho. Tal vez no salga de aquí lo que escribimos, tal vez jamás sea publicado, tal vez nunca llegue a los oídos de quienes quisieramos que llegara, pero están ahí con un mínimo propósito, usted.
Si usted es de aquellos que al igual que yo sigue buscando a la vuelta de la página eso que no se le ha perdido, permítame tenderle una mano, y decirle que aquí aún hay algo por decir, sea usted bienvenido a completar este delicioso-doloroso juego de escribir .
(texto de libre publicación bajo licencia GFDL)